martes, 2 de noviembre de 2010

Gente de Bar

Querido anecdiario,

El otro día hablé con un desconocido. El hecho no tendría más importancia si no fuera porque mantuve una conversación realmente extraña y de temática peculiar con él. Desde que era pequeño, mi madre me había repetido siempre que no hablara con gente ajena, que podían embaucarme, drogarme e incluso violarme. Sintiéndolo mucho, jamás le hice caso, y todavía hoy por hoy, sigue sin haberme pasado nada de lo advertido.

La situación de dio en un bar, tras una concurrida partida de futbolín en la que mis compañeros y un servidor, dimos lo mejor de nuestro ser en el partido. El hombre, de aspecto áspero y olvidado, se fijó en nosotros y empezó a recordar sus tiempos de juventud en voz alta. Parecía interesado en seguir hablando y me miraba casi de un modo amenazador tras su tupida barba. Lejos de querer ignorarle, me quedé a su lado y empecé a escuchar todo lo que tenía que decir.

Cuando terminó de contarme sus dolencias y lo que hacía con su pandilla los sábados por la mañana, cambió totalmente el registro y se propuso mostrarme los valores que debía tener una persona humilde. Su voz se entrecortaba y sus ojos parecían buscar las palabras adecuadas a lo largo de la barra donde se había sentado. Al poco empezó a repetirse y contradecirse en sus explicaciones con demasiada frecuencia.

"Que hice diez años de teología y siete de psicología, eh? Yo soy hippie, pero hippie de verdad, de los que cantaban haz el amor... y no la guerra."

Pronto se exaltó y empezó a hablar de la libertad humana. No tuvo mejor ocurrencia que soltar lo que creía sobre mi.

"Eres un muñeco, un robot, una persona insegura que ha carecido de libertad, que siempre ha seguido lo que le ha venido por los de arriba."

En este punto debió cambiarme la expresión, puesto que quiso explicarse más lentamente, como si creyera que me había ofendido lo que había dicho. Reconozco que aquí me mosqueé un poco, e intenté cortarle varias veces jugando un poco con lo que decía. Me dio la razón en alguna ocasión, siempre repitiéndose y añadiendo a su discurso lo que había sacado de mi. En uno de estos añadidos soltó un "pero" del que esperé una réplica, pero me sorprendió saliéndose abruptamente del tema y preguntándome sobre la concepción del mundo.

Así seguimos hasta cumplir la hora, llena de palabrería y misticismo universal, que terminó con una cita bíblica que no me pareció que tuviera mucha relación con el hilo conversacional. Me agradeció el mero hecho de escucharlo y hablar con él, nos dimos la mano y dejamos escapar una leve sonrisa de complicidad.

Justo antes de marcharme, me pidió un bolígrafo y dibujó algo sobre una servilleta.


Imaginé que se trataba de Chaplin, aunque, viendo todo lo ocurrido... ¿Quién sabe?

1 comentario:

  1. El què no et passi a tu....
    Tu fes-li cas a la teva mare i no parlis amb desconeguts!!
    A mi em deien: Vigila amb els gots!! que a vegades t'hi tiren droga!!! -_-


    Per cert, tens una foto teva al blog!!!!!!

    (passa't algun dia per casa i entra el menjador... hi ha decoració nova... i no, no m'he tornat boja!) jajajjaja

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